1 may 2011

Holocausto: Metro

15 de Diciembre de 2010, hace unos cuantos días que no he probado bocado, he bebido lo mínimo para mantenerme cuerdo, no sé como aún me pueden quedar fuerzas para escribir esto. Después de todo lo acontecido en Nueva Esperanza, de que J y yo nos distanciáramos, durante unos días, dejé Nueva Esperanza sin decirle nada a nadie.

Mi mente solo quería llegar a la ciudad, ver con mis propios ojos que había pasado, dejar de torturarme noche y día por verme como un asesino a sangre fría. En un momento así, apretar el gatillo es fácil, pero nadie imagina lo duro que puede llegar a ser cuando la soledad te abraza y empiezas a darle vueltas al asunto.
No estudié mucho la situación, solo imaginaba que habría un lugar por donde entrar directamente a la ciudad sin que estuviera muy vigilado: los túneles del metro. Debería haberlo pensado antes de adentrarme solo en ese lugar. Bajé sin nada más que una mochila con un par de alimentos, unos cuantos cartuchos de escopeta y algún que otro cargador de pistola. Mi única luz era la linterna que guiaba mis pasos…

Un oscuro túnel me esperaba, el aire estaba tan viciado que era difícil respirar, seguí el camino de las vías, el sonido de mis pasos retumbaban por todo. Caminaba minuto tras minuto, hora tras hora, no parecía estar tan lejos el final, pero esas horas se me estaban haciendo eternas. A medio mi camino se vio entorpecido por un tumulto de cuerpos.

Delante de mí había cientos de cuerpos mutilados, apilados en varios grupos, el olor era nauseabundo, las moscas bailaban en el aire anunciando el festín que ahí habían encontrado. Y mi linterna era mi única aliada en ese momento… Contuve la respiración hasta que algo me sobresaltó.

Uno de los montones se deshizo, los cuerpos caían lentamente al suelo, casi me da un ataque al corazón ese instante…  cuando recuperé el aliento seguí andando, hablando en voz baja para mí mismo. Dándome órdenes de continuar sin mirar atrás. El eco de mis pasos fue interrumpido por más pasos, un pequeño gruñido… me giré rápidamente enfocando al montón de cuerpos que se había deformado hacía unos instantes. Varios podridos se levantaban, otros se arrastraban, empecé a caminar sin hacer mucho ruido marcha atrás. Con suerte esperaba que no me hubieran visto…

Mis pasos no me guiaron por buen camino, mi espalda topó con una especie de pared. Delante de mí unos cantos podridos, detrás de mí algo que no parecía una pared. Disparé un par de veces a bulto, un par cayeron y me volteé para alumbrar con la linterna… El descarrillado tren que recorría el metro me impedía seguir caminando hacia delante. Intenté buscar una salida por el otro lado del vagón pero al estar atravesado en medio del túnel, era completamente imposible.

Intenté escapar el vagón y seguir mi camino por el techo, pero el metal apenas tenía salientes donde agarrarse, cuando parecía que podía llegar a conseguirlo resbalaba y volvía al punto de partida. Y lo que era peor, los podridos cada vez se acercaban más cerrándome el paso. No había vuelta atrás, o buscaba una solución o mi solitaria aventura terminaría allí mismo, devorado por una docena de zombies. Era irónico pensar que había podido salir con vida de un pueblo infestado de ellos, y que aquí mi vida pendía de cuantas balas me quedaran.

Fui eliminándoles poco a poco, apuntando bien, cada tiro era certero y no debía de preocuparme de que se levantara. Después de varios disparos me di cuenta de que el número de podridos no me cuadraba con la cantidad que había visto en el tumulto de cuerpos apilados. Alumbré con la linterna hacia la zona y pude observar con horror que todos los cuerpos se habían levantado, y estaban haciendo cola para llevarse un pedacito de mi carne.

La desesperación se apoderó de mí, no veía salida, hasta que un reflejo de la linterna me hizo ver que aún había una posibilidad y estaba a mi lado. La luz incidió sobre uno de los cristales del vagón, haciéndome ver que no todo estaba perdido. Con determinación disparé un escopetazo al ventanal que explotó en miles de pedazos, alguno de ellos fue a parar hasta a mí ofreciéndome pequeños cortes en la cara. Salté dentro del vagón, y adelanté por ahí dentro el paso, hasta llegar al siguiente vagón, la suerte hizo que estuviera de mi lado, la puerta que separaba los vagones estaba abierta, entré… y la pude cerrar desde el otro lado. Estaba fuera de peligro… había salvado mi vida, pero había despertado a todos los podridos que se encontraban dentro del túnel, solo me quedaba esperar el momento para salir… y de eso hace ya 3 días.



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