22 jun 2012

Holocausto: Epílogo


10 de Noviembre de 2012, no sé como empezar a escribir estas líneas, tampoco sé realmente si lo que hago es correcto o si estoy profanando las memorias de un hermano. Espero que no te molestes D, es la única forma que encuentro para idolatrar tu figura, y sobre todo para que la gente conozca la verdad, para que todos los que lo lean sepan que tu sacrificio no ha sido en vano.

¿Puede un hombre cambiar el mundo? Desde luego que puede, tal vez no del todo solo, pero si es cierto que con voluntad D nos demostró que es completamente posible. Sólo hace falta luchar, y tener dos cojones como los de un miura por lo menos. Si os habéis dado cuenta perfectamente que el que escribe estas líneas no es su dueño, no es D.

Me presento, aunque los hayáis conseguido leer esta libreta, dudo que seáis muchos pues D la tenía muy celosa, o los que a partir de ahora la leáis para saber más de un héroe de carne y hueso, me conoceréis. Soy JK, si ese militar que sale hojas más atrás…

Han pasado más de 6 meses desde que todo empezó a llegar a su fin, todo gracias a D consiguiendo la formula para la cura del virus zombie. Ese mismo día se formó un caos en la ciudad flotante, el edificio central en pocas horas se llenó de zombies, por suerte dentro de ese edificio solo vivían los peces gordos y la gente del laboratorio. La ciudad estalló en un llanto unánime pensando que el virus había llegado para destruir la poca vida que quedaba ahí.



Por suerte, y gracias a la primera dosis que tomó D, pudo explicar todo lo que pasó en ese edificio, el muy cabronazo había formado todo el barullo para poder escapar con la cura, y dejar a los zombies encerrados ahí. Nuestro trabajo fue claro, teníamos que limpiar ese edificio. Con la anarquía vivida en la ciudad flotante, D tomo el mando de un pequeño reducto de exaltados, gente que luchaba en las calles contra la milicia.

Yo por mi parte pude convencer a mis compañeros para que no atacaran a los pobres ciudadanos, y si nos uniéramos para limpiar esa torre de todo no muerto. Dado que no teníamos nadie que mandara al grupo de mercenarios, ya que aunque militantes es lo que éramos, todos accedieron gracias a nuestro mayor.

Entramos en ese edificio maldito, armados hasta los dientes, sabíamos que no todos sobreviviríamos pero de ahí no podía salir ni uno. Era la hora de empezar de cero, sin nadie que nos ninguneara, con una formula que nos daría el poder para que nos hicieran caso y poder limpiar el mundo de esas criaturas del averno. Y no fallamos, aunque tristemente D se volvió a encontrar con la chica zombie que le había mordido.

Aunque su piel empezaba a estar demacrada, sus instintos asesinos, su reacción animal… no había perdido esos ojos azules. D sonrío al verla, era una sonrisa compasiva, pocas veces se la había visto. Ella corrió hacía nosotros atrayendo un grupo de podridos, nuestros hombres abrieron fuego, pero milagrosamente ella había resistido el ataque, increíblemente parecía que el destino quería verles una vez más juntos. D nos ordeno que fuéramos a limpiar otra zona del edificio, mientras salía por la puerta pude ver como él dejo caer sus armas, abriendo los brazos esperándola.

Ella arrastrándose hasta él, más por el instinto animal que por lo que le quedaba de vida,D se acercó a ella, pude ver como ella se abalanzaba sobre él, acto seguido D sacó un cuchillo que guardaba en su cinturón y se lo clavó, atravesando desde su mandíbula hasta su cerebro pude oír como decía: “Shhh, ahora duerme, duerme… Yo te jodí la vida 1 vez, y tu a mí, no me la vas a joder dos veces...”.



Cada vez que lo recuerdo se me eriza el bello, fue tan épico ese momento… Después de limpiar el edificio, sacamos todos los cuerpos y les prendimos fuego, ofrecimos cobijo a todos los ciudadanos, empezamos una nueva allí dentro. Y aquí seguimos, a día de hoy hemos conseguido desarrollar una cura perfecta, incluso J el portador del virus, se ha podido quitar de encima ese peso, y puede llevar una vida normal.

Os preguntaréis que pasó con D en todo este tiempo, lo mas triste de toda esta historia viene ahora, D se sometió a constantes pruebas gracias a él y a J se pudo perfeccionar la formula, ya que aunque estuviera completa no eliminaba el virus del organismo, la persona infectada debía haber sido infectada hacía pocas horas o no servía de nada. Además el virus seguía en el organismo y los anticuerpos, de tal forma se convertiría en otro portador.

Todas las betas de la fórmula fueron probadas en el cuerpo de D, la mezcla fue explosiva para su cuerpo, úlceras estomacales, jaquecas inevitables, mareos, y el mal mayor: Cáncer.
Eso fue lo que acabó con la vida de D, bueno realmente fue J quien acabó con su vida, D vivió su último día con todos nosotros, cuando la hora de su medicina llegó nos confesó que no pensaba tomarla.

Estoy cansado, siempre enchufado a un tubo de ensayo, el dolor de este cáncer cada día es más intenso, me siento como si tuviera 80 años cuando aún no llego ni a los 30, he decidido para ya, tarde o temprano iba a morir, y volverme a levantar claro… Así que no quiero sufrir más este dolor, pensando en que cada día puede ser el último, creo que N tiene las pruebas necesarias para sacar la formula perfecta, y yo ya soy más un peligro que otra cosa. Hoy no pienso tomarme el medicamento, os digo adiós de esta manera tan triste pero no podía hacerlo de otra forma… Llegado el momento, el que tenga mayor convicción que me dispare con este arma”.

D dejó su pistola favorita encima de la mesa… lo demás os lo podéis imaginar.
Gracias por devolvernos la esperanza, por salvarnos y sacrificarte… Espero poder algún día devolverte el favor. Estés dónde estés todos te queremos y te echamos de menos, hermano.

Firmado:
       JK




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