3 jun 2011

Holocausto: Despierta

30 de Diciembre de 2010, nos escapamos de milagro, cientos de soldados nos habían estado siguiendo, en cuanto abrimos fuego para salvar a D. El ruido les alertó, como almas que lleva el diablo corriendo hasta nuestra posición. Por suerte D tenía un regalo para nosotros, algo que hasta que no despierte no sabré como consiguió.

Entre sus pertenencias, se encontraba un pequeño estuche, lo abrí y dentro hallé un pedazo de plastilina. Por suerte Z me advirtió con celeridad, debía manejarlo con cuidado, era un trozo de C4, como caído del cielo para salir de esa situación. Increíblemente, Z había hecho un cursillo de explosivos y sabía cómo manejarlo, así que lo dejamos en sus manos.

Después de tenerlo todo preparado, mientras nosotros vigilábamos, Z nos avisó para que nos fuéramos por donde habíamos venido. Cogí en brazos de D, y salimos por patas de aquel lugar infestado entre soldados y zombies atraídos por la situación. Nos metimos en el túnel del Metro, cogimos el coche que habíamos podido robar y volvimos a toda velocidad. Justo en el momento que pisaba el acelerador una explosión se oyó a nuestra espalda. Un pequeño fuego se colaba por la boca del metro.

De nuevo a salvo, en Nueva Esperanza, aunque esperanza es lo que me falta ahora, D lleva 5 días en cama, con cuidados a todas horas, hemos curado todas sus heridas, nada agradables cortes, cristales clavados alrededor de sus lumbares, golpes y más golpes. ¿Qué has estado haciendo? ¿Por qué no me dijiste nada? Despierta ya, por favor…


¿Diciembre 2010? Despierto exaltado, una pesadilla se había operado de mi mente, mis padres convertidos en podridos estaban devorándome, cada bocado era una puñalada en el alma. Aún veo borroso, y un ligero dolor de cabeza hace que me sienta mareado.

¿Dónde estaba? Era la pregunta más recurrente que se me ocurría, me levanté renqueante y ande unos metros, me adentré en lo que parecía el baño. Un espejo hizo ver la ridícula ropa que llevaba puesta, un camisón que me llevaba a la altura de las rodillas, abierto por detrás… me giré nuevamente para observar mí alrededor. La habitación no parecía formar parte de un complejo hospitalario.

Salí de esa habitación buscando respuestas, un largo pasillo oscuro me separaba de dónde parecía venir el ruido de la multitud. Caminaba apoyado a la pared, hasta que un ruido muy poco similar me hizo pararme en seco. Segundos después a escasos pasos de mi la pared se derrumbaba tras una explosión. Caí al suelo sobre mi espalda, me levanté como pude y observé a través del hueco que había dejado en esa pared. Parecía una guerra, soldados contra la resistencia de algún país tercer mundista.

De repente una figuro entró por el agujero, el sol me cegaba, no podía distinguir quién era, tan solo pude dibujar una sonrisa en su cara, acompañada de unas lágrimas. Me abrazó y sin tiempo que perder me cogió del brazo, me hizo correr detrás suyo… Cuando la luz dejó de cegarme la vista pude ver quién era el que me arrastraba cual puta barata. Era J, armado hasta los dientes, con una bandana que cubría su cabeza. No entendía muy bien que estaba pasando, pero debía ser grave.

J me llevó hasta un pequeño complejo subterráneo, decenas de armas se encontraban en ese lugar, un pequeño grupo de los que parecían los más brutos del lugar estaba haciéndose fuerte allí dentro. J me explicó que había estado en coma alrededor de 2 meses, desde que me rescataron de las manos los cuatreros de los soldados, la cosa había empeorado.  Cientos de soldados habían muerto en la masacre que habían organizado en su huida. De hecho tuvieron que abandonar Nueva Esperanza, y trasladarse a las afueras de la ciudad. El ejército les había encontrado y luchaban por sus vidas.

¿Y los podridos? ¿La plaga? Era mi pregunta, todos cabizbajos, ninguno se atrevía a decirme que aún no habían encontrado cura, ni el porqué habían salido de sus tumbas los muertos, y lo peor de todos es que ya los seres humanos no les bastaba con vivir atemorizados por la infección, sino que el ejército había extremado sus precauciones… Solo me quedaba coger un arma y luchar.

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