Pensar y agobiarse, encontrarse solo en la oscura sala; dónde tu mente y tu jugáis una partida de ajedrez, que tu nunca podrás ganar. Necesitar esbozar una sonrisa, y descubrir la tristeza en tu expresión, necesitar un abrazo y encontrar una fría palmada en la espalda. Querer y no poder, querer romper a llorar y no poder, querer gritar y notar que has perdido la voz, que te has quedado afónico… Querer ver, y estar ciego, querer notar su piel y haber perdido el tacto, querer oler esa fragancia que te hacía sentir bien, y perder el olfato. Querer oír su voz, y que te priven de ello.
Pasan los días, y buscas, buscas algo que te alivie, algo que calme tu dolor, y encuentras la soledad, la abrazas, ella tu susurra que jamás te dejará. Y las noches vuelven, se hacen largas, se van creando yagas que no se curan. Vuelves a pensar, le das vuelta a todo, y no ves nada claro. Y aunque te hayan asegurado que eso no así, y que tu no tienes la culpa de ello… Sigues pensando que tu parte de culpa tienes.
Seguir mirando al horizonte, y no viendo nada, seguir corriendo por ese camino, que no lleva a nada, seguir buscando la respuesta, y encontrar la nada. Tan solo momentos edulcorados por pequeñas porciones de felicidad, que nunca fueron tuyas y aunque te guste ver como los tuyos son felices, envidias sus vidas… por que todo parece estar encaminado, por que todo parece tener sentido, y la tuya es un inmenso caos.
Terciopelo en su interior atesora momento de tiempo
Cementerio de ilusión lo que fue ya pasó y ahí se enterró
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